En cinco años colaborando en formaciones en Terapia Comunitaria Integrativa en Argentina y Uruguay, puedo decir resumidamente que esta actividad ha tenido y sigue teniendo un fuerte impacto en mi persona, reforzando mi identidad y mi sensación de pertenecimiento. La formación en TCI es un proceso contínuo, y consiste en una permanente recuperación del ser auténtico de la persona.
Entre los años de 2009 y 2014, participé de tres formaciones en TCI: la que se realizó en Paysandú, Uruguay, en 2009, y las realizadas en Montecarlo, Misiones, en 2013, y Valle María, Entre Ríos, en 2014. Cada uno de estos encuentros significó algo de muy especial en mi actuación como formador en TCI. El de Paysandú fue mi estreno en esta actividad fuera de Brasil. Era la primera vez que se realizaba una formación en un país distinto del que vio nacer la TCI. Recuerdo muy vivamente esos días pasados en Guaviyú con los cursistas y con el equipo formador. En esa oportunidad, me tocó desarrollar el contenido sobre la Antropología Cultural, su importancia en la recuperación de las raíces de la persona. Había participantes de varios departamentos uruguayos, y también dos de Venezuela y dos de Argentina, que son las compañeras que crearon el primer polo formador en TCI en Argentina: Nora Jacquier y Luisa Dos Santos. Después de la formación en Paysandú, se realizaron las intervisiones en Salto y Montevideo. La conclusión se dio en la Facultad de Enfermería de la Universidad de la República, en Montevideo, en 2011. Este fue un momento muy emocionante también. Se coronaba así un proceso iniciado con sensibilizaciones realizadas en esa misma Universidad, en 2004 y 2005. Todo este proceso significaba para mí una recuperación importante de mi memoria e identidad, ya que en el contacto con los cursistas, iba rehabilitándome como persona.
Iba descubriendo que era posible la vida después de lo que me había tocado vivir a partir de la dictadura que asoló a la Argentina desde 1976. Y más: que el dolor de lo sufrido tenía que ver con la plenitud personal y colectiva de la cual iba aprendiendo a disfrutar. Ese año de 2009 fue clave para mí. Fue un divisor de aguas. En 2013, participé del primer curso de formación de terapeutas comunitarios realizado en la Argentina, en Montecarlo, Misiones. En esa oportunidad, contribuí al diálogo sobre la Pedagogía de Paulo Freire, como uno de los pilares de la TCI.